Orango Grande es una de las 88 islas que integran este territorio insular ubicado en Guinea Bissau

Hablar del archipiélago Bijagó es hacerlo del océano Atlántico. Un mar que tiñe de bravura todo lo que toca, y sirve de cordón umbilical para unir un territorio insular formado por 88 islas.

Para los habitantes de este enclave insular ubicado frente a la costa de Guinea Bissau, el mar es su forma de vida. De él extraen gran parte de su alimento, y a él le deben su movilidad.

Es un territorio fascinante, de una riqueza paisajística excepcional, y con una biodiversidad única en el mundo, que desde 1996 cuenta con la protección de la UNESCO dado su reconocimiento como Reserva de la Biosfera. Además, alberga varias zonas preservadas como el Parque Nacional de Orango y el Parque Nacional Marino de Joao Vieira y Poilão, entre otras.

Los Bijagó: guardianes de la biosfera

Parte de esa protección es fruto de la práctica de la religión animista de la etnia dominante en esta región insular de Guinea Bissau: los bijagó. Esta etnia da nombre al archipiélago e impregna de sus tradiciones el día a día de las islas.

Veneran a la naturaleza porque sus dioses habitan en ella. Y gracias a esa creencia, han logrado mantener intacto un paraíso natural, en el que habitan especies protegidas como los hipopótamos de agua salada y la tortuga verde, entre muchas otras.

La dureza del mar, que alterna su calma con la excepcional voracidad del océano, y el reducido tamaño de muchos de los islotes, hace que solo una veintena de las 88 islas estén habitadas.

La isla de Formosa es la más extensa, Bubaque la más poblada y Bolama la capital administrativa.

Orango Grande: la isla de los hipopótamos

Pero la mayoría de los turistas que visitan el archipiélago Bijagó lo hacen atraídos por la posibilidad de ir a islas en las que la observación de determinados animales se ha convertido en una experiencia en sí misma.

Es el caso de la isla de Orango Grande, en el Parque Nacional de Orango, situada a unas 4 horas en barco de Bissau, la capital del país. Un recorrido maravilloso que atraviesa canales repletos de islotes y surca zonas de mar abierto, meciendo al visitante en un agradable letargo.

Solo el vuelo raso de las miles de aves que eligen este enclave para migrar o residir de forma permanente, y el divertido desfile de algunos grupos de delfines, interrumpen el trayecto hasta llegar a la conocida como la “isla de los hipopótamos”.

Y es que estos espectaculares mamíferos, que en su edad adulta pueden llegar a medir 4 metros y a pesar 3.500 kilos, han encontrado en ella su mejor guarida. Allí viven en grupos familiares formados por un macho dominante y otras 5, 10 o 30 hembras con sus crías de diferentes edades.

Alternan su vida en función de la climatología, ocupando manglares y ríos durante la temporada seca, y trasladándose a las lagunas mientras éstas tienen agua, en la época de lluvias.

Es justo en esa época, entre mediados de septiembre y principios de diciembre, cuando su observación es más fácil, ya que gustan de chapotear en las grandes charcas que se forman en la región de Anor.

Una actividad que Orango Parque Hotel incluye en su programa de experiencias, junto a la posibilidad de visitar otras islas de gran interés ecológico.

Poilão: el santuario de la tortuga verde

Por ejemplo Poilão, es una pequeña isla del Parque Nacional Marino Joao Vieira Poilão, situada mucho más al sur, en los albores del archipiélago y a unas 4 horas de Orango Grande. Su estatus como isla sagrada hace de ella un lugar absolutamente tranquilo, en el que cada año anidan entre 7.000 y 37.500 tortugas verdes.

En los nidos excavados a lo largo de todo su litoral se incuban más de 30.000 huevos que, después de un periodo de entre 7 y 10 semanas, se abren ofreciendo una nueva vida, no exenta de riesgos, a miles de crías.

Cuando alcanzan la edad adulta, y desde los 20 hasta los 50 años, ejemplares de hasta 230 kilos y 1,5 metro de largo regresan al mismo lugar que nacieron para tener descendencia.

Una peregrinación que ha convertido a Poilão en la principal zona de reproducción de la tortuga verde en África, y una de las 3 más importantes a nivel mundial.

Para que los visitantes puedan disfrutar de manera respetuosa de este milagro de la naturaleza, Orango Parque Hotel organiza excursiones a la isla que incluyen una noche en el campamento tortuguero de Poilao.

Un «centro» que fue construido hace unos años con la colaboración del hotel, para acoger a los guardas contadores de tortugas del parque nacional y a científicos, que permanecen allí durante la temporada de anidamiento para hacer el recuento de puestas y huevos.

garza

Cavalho: la isla reservada al fanado

De camino a Poilão, es habitual hacer una parada para comer en una isla absolutamente paradisíaca. Nos referimos a Cavalho, otra pequeña isla de este parque nacional, cuyas playas de arena blanca y palmeras infinitas invitan al visitante a relajarse y a conectar con una naturaleza excepcional.

Pero para los bijagó, Cavalho es mucho más que una isla al estilo Robinson, es un enclave sagrado al que muchos jóvenes acuden para realizar el “fanado”, un ritual iniciático que todo bijagó, hombre o mujer, debe de hacer para pasar de la adolescencia a la madurez.

En ese trance, hay pruebas que afrontar, y algunas se llevan a cabo en este aparentemente tranquilo enclave del océano Atlántico.

Un mar bravo y enigmático, que también entiende de calma, y que imprime su carácter a cada una de las 88 islas que integran el archipiélago Bijagó. Si quieres conocerlo, te esperamos en Orango Parque Hotel, el único hotel del Parque Nacional de Orango, y un proyecto social que busca preservar la magia de este lugar ancestral y apoyar el desarrollo económico y social de sus habitantes.