A tres horas y media en barco de la zona continental de Guinea Bissau, nos adentramos en un paisaje de manglares, bosques, playas, difícil de encontrar en ningún otro lugar. Se trata de la Reserva Natural de la Biosfera Bolama-Bijagós, perfectamente preservada durante generaciones gracias a estas sociedades matriarcales.
Aquí la mujer es respetada, se organizan entre ellas para gestionar la economía y el bienestar social. Son la ley. Las tareas se reparten, aunque no de forma equitativa. El hombre se encarga del trabajo de recolección de frutos en la selva o de la pesca. Mientras, la mujer organiza el cultivo, marisquea, procesa los alimentos, educa a los hijos, confecciona la ropa tradicional, cuida de los santuarios y se encarga de las tareas domésticas. Asumen su responsabilidad dentro del núcleo familiar y de la sociedad. Así fue y así sigue siendo, traspasando sus conocimientos y linaje de madres a hijas e hijos.

Entre los 20 y los 30 años de edad, los hombres se engalanan con pendientes, turbantes y telas coloridas para llamar la atención de las jóvenes. Son ellas quienes deciden cuándo empezar o terminar una relación. Cuando un joven se encuentra un plato de comida (a menudo el tradicional ojo de pez) en la puerta de su casa es una invitación a irse a vivir con la joven que lo ha cocinado. Si se lo come, acepta y entonces elevarán una casa donde vivir juntos.
La figura de la mujer ostenta una relevancia notable en la sociedad de los bijagós. Cuando son madres gozan además de un status mayor, son veneradas por crear vida y compatibilizarán su nueva labor de crianza con sus labores anteriores.

A veces, se puede asistir incluso a algunos ritos y celebraciones que son llevados a cabo por estas valerosas mujeres. Las que son sacerdotisas (okinkas o baloberas) pueden hablar con los espíritus de sus antepasados, un atributo de gran trascendencia en los ritos de la cultura de los Bijagós.
Mujeres y hombres abrazan esta ancestral tradición aunque les diferencie de sus compañeros del continente. Están agradecidos por la tierra que habitan, respetan sus animales y zonas sagradas donde no se les permite cambiar nada. Gracias a su fuerte convicción y constancia, nos han regalado un pequeño paraíso que descubrir (e igualmente preservar).
En Orango Parque Hotel reivindicamos el papel de la mujer en la sociedad Bijagó. En nuestro proyecto de turismo ecológico contamos con mujeres locales que demuestran el espíritu luchador del que han hecho gala durante siglos.