En tiempos en los que viajar es, cada vez más, una forma de consumo habitual (la media para los europeos es de 4 viajes al año) todavía hay viajes que pueden escribirse en los anales de nuestra memoria con las letras mayúsculas de lo extraordinario… No existe una fórmula universal para asegurar que esta magia se produzca, pero hay lugares que parecen provocarla: cuando estás allí comprendes casi al instante que te van a marcar; te das cuenta de que el mundo tiene muchos más olores, sonidos y colores de los que imaginabas… El archipiélago Bijagó, frente a las costas de Guinea Bissau y a poco más de 4 horas de vuelo desde Lisboa, es uno de esos sitios: en Orango, el eco del mito se oye entre las islas.
Entre mito y realidad están los relatos sobre la existencia de una sociedad matriarcal entre los Bijagós. El antropólogo alemán Hugo Adolf Bernatzik nos legó un delicioso relato en su obra “En el reino de los Bijagós”, allí podemos leer: “En la tierra de los Bijagós, la expresión ‘sexo débil’ no cuadra en absoluto con los moradores femeninos de Orango”
El matriarcado, esa forma de organización social sobre la que tanto se ha dicho y tan poco ha podido concluirse… ¿Existió realmente? ¿existe aún hoy? Los propios antropólogos, aun acotando y corrigiendo el uso a menudo errado del término, parecen no ponerse de acuerdo.
La doctora Agueda Gómez Suárez de la universidad de Vigo, en su artículo “Sistemas sexo/género “matriarcales”: los bijagós (Guinea Bissau) y los zapotecas (México)” toma la sociedad bijagó como ejemplo, como ella misma dice: “Hemos seleccionado a los zapotecas del Istmo de Tehuantepec en México y los Bijagós de Guinea Bissau como laboratorios excepcionales para poder observar cómo se desenvuelve la vida de una población donde la mujer posee poder y prestigio social.”
El viaje extraordinario es aquel que te da la posibilidad de entender muchos libros a través de la experiencia vivida, o el que te hace sentirte como uno de aquellos investigadores o exploradores de hace décadas. Lugares dónde aún hay espacio para el descubrimiento. En las aldeas bijagós todavía es posible aprender muchas cosas sobre cómo las formas de relacionarse entre hombres y mujeres pueden ser muy diferentes a las que durante cientos de años han regido las sociedades occidentales.
Las mujeres del archipiélago, a pesar de los siglos de influencia de colonialismo portugués, son piezas clave en la organización de la vida familiar y de la aldea y su autoridad es reconocida y respetada por todos, sin excepción de sus compañeros masculinos. También en la esfera política es la voz del consejo de ancianas la que se escucha para tratar los asuntos de la tabanca, y de madres a hijas se hereda el nombre de alguno de los cuatro clanes a los que se adscriben los habitantes de Orango. Al clan de los Okinka pertenecía Pampa Kanyimpa, la reina que hoy también se confunde con el mito, aquella que a principios del siglo XX abolió la esclavitud y que, aunque no ha sido la única soberana entre los Bijagós, es recordada con especial admiración por sus descendientes.
Un viaje puede ser extraordinario cuando te enseña a mirar con nuevos ojos, decía nada menos que Marcel Proust. Y en el día a día de Orango, entre palmerales, danzas de fiesta y aves acuáticas, otras vidas se presentan ante nosotros para enseñarnos, sobre todo, que no hay mejor forma de entenderse que entendiendo a los demás y que nada es como es porque no haya alternativas posibles.
Para conocer más sobre la vida cotidiana en las Bijagó y el matriarcado te recomendamos el trabajo Matriarcados de Anna Boyé.
Las Bijagó son, sin duda, un territorio excepcional para conocer y disfrutar de una cultura que ha sabido mantener sus tradiciones.